Que no me da la gana pasar media vida buscando esa frase que tal vez ni exista - Extremoduro.

We can fly; come on, let's try.

miércoles, 2 de febrero de 2011 by Chio Eme
¿Nuestras elecciones definen nuestra identidad?
"If you can choose your identity, cause I tried today, and now I feel kind of less like me and I mean I’m not exactly over the moon about being me in the first place. But now, I think I kind of like it less when I’m trying not to be me. Cause I just wanna like... just be." - Franky F. 
Sí que nos portamos como bacterias, sí que respondemos ante los estímulos y nos movemos desesperadamente en busca de ellos. Quizá no en la práctica total, quizá en esa sumatoria tengan algo más que ver nuestras elecciones pero, en lo que se refiere al corto plazo (lo que a fin de cuentas constituye el día a día y la vida en sí) uno se esfuerza por vivir, ¿no? Por fluir. Por intentar hacer las cosas bien, pero intentando vivir y disfrutar el momento. ¿Y no consiste eso en simplemente ser, sin pensar en cómo es eso de ser, o qué se es
Hay algo que se escapa a todo esto, y es que tomamos decisiones, de vez en cuando. Algunas de manera mecánica, otras requieren un esfuerzo cognitivo considerable. Pero, sea cada cual sincero consigo mismo ¿uno se pasa todo el día tomando decisiones sobre cada acción que lleva a cabo? ¿Decides ir a clase o simplemente vas? ¿Decides comer o simplemente comes? Dios, sería agobiante tener que replantearse metafísicamente cada pequeña acción. De modo que parece razonable decir que, en cierto modo, ¡menos mal!, fluimos. Aunque sea por inercia, o sea, rutina. 
Pero, hay que añadir algo. Se supone que todos, o muchos, tenemos nuestro gran sueño o nuestros pequeños sueños. Ambiciones. La gran piedra madre en torno a la cual todas las piedrecitas de nuestro camino miran. Y entonces parece que esa gran piedra es la que decide la dirección del flujo de tu inercia, o sea, rutina. Y a veces eso reconforta, en las malas rachas, cuando uno se pone trascendental y no entiende qué se dedica a hacer con su tiempo ni por qué lo hace. Otras veces anima soñar e imaginar que llegamos por fin a alcanzar ese gran pedrusco. O quizá, simplemente, nos acostumbramos a que ese pedrusco esté ahí. ¿Pero no pasa también que nuestros sueños cambian? ¿Es obligatorio, acaso, soñar con algo? Seguro que no, no todo el mundo funciona igual, es genial que ocurra también que uno no se agobie ni desespere observando lo lejos de su alcance que está su piedra. Puede haber muchas de ellas, más próximas y realistas, y que la sumatoria de todas ellas dé una sensación tanto o más genial que la del pedrusco grande.
A veces me agobia contemplar ese flujo de inercia ajena, porque me hace recordar que yo también debo desprender uno semejante, y espero que no sea ésa toda la huella que vayamos a dejar por el mundo. Y precisamente porque tenemos tiempo, porque ni siquiera tenemos por qué alcanzar ninguna gran piedra, hay que relajarse. Sé que hay ciertas piedras que parecen fundamentales porque da la sensación de que sin ellas el engranaje no se mueve y la máquina no avanza, ¡pero no es verdad! No existe tal engranaje: no tienes que creer que eres un completo infeliz porque te falte la codiciada piedra que rota de tiempo en tiempo en la vida de todos y cuyas imitaciones están tan sobrevaloradas. Si tan sólo nos limitáramos a ser, y no a pretender ser algo... 
Puedes no tener ningún gran proyecto en mente y sentirte más completo que nunca, o más vivo, más ser. Puede que toda tu ambición sea soltar en una carcajada todo el aire y después respirar. Puede que no tengas ganas de dar explicaciones ni el por qué de tus acciones, porque aunque siempre inevitablemente las premedites un poco, pueden ser incoherentes, o no tener sentido. No quiero ser yo misma, ni siquiera sé lo que significa eso. No quiero ni puedo dar explicaciones, porque no las hay. Así que no las pidáis, no las déis.
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