Que no me da la gana pasar media vida buscando esa frase que tal vez ni exista - Extremoduro.

De minuto en segundo y de segundo en suspiro.

domingo, 28 de noviembre de 2010 by Chio Eme
Pero lo siento igual, aquí, como si siguiese ardiéndome en el pecho. Como si la sangre le llegase a borbotones y lo irrigara hasta tal punto que se sintiese ebrio, borracho de oxígeno y de energía. Como si vida no le faltase, sino sobrase; como si ésta trasvasase sus finos y numerosos capilares, de uno a otro, de este otro a otro más lejano, sintiéndose desubicada, marginada, sin un sitio donde quedarse. Y sé que sigue ahí, me grita, me ensordece, me da más de lo que yo puedo procesar. Porque proceso, o quiero procesar, las cosas a corto plazo, desde hace poco. De pronto no soy capaz de ver más allá de esta noche, o de mañana. No puedo planear, ni aunque lo intente; es como si el cable que conectase esas órdenes con mi imaginación se hubiese roto. Supongo que es algo que ocurre cuando has pasado una temporada en la morada de la incertidumbre, de la nada, del profundo desconocimiento del terreno que pisas o pisarás. Porque hay cosas que no tiene sentido tratar de explicárnoslas a nosotros mismos; sólo pueden verse, sentirse, una vez que están en frente de nuestros sentidos. ¿Cómo le explicarías a un ciego el color azul? Del mismo modo, ¿cómo vas a pensar ahora en lo que tendrás o serás dentro de diez años si por saber ni siquiera sabes lo que vas a comer mañana? Lo encuentro absurdo, innecesario e inútil.
La vida no tiene ningún secreto. La meta de la vida, si es que existe, es simplemente estar siempre buscando las tentaciones. No hay muchas. Amén.
Posted in Etiquetas: | 3 Comments »

La culpa no es tuya, es del sistema.

lunes, 22 de noviembre de 2010 by Chio Eme
Ésa es la frase favorita de mi hermana en estos días difíciles. Como un premio de consolación que me ofrece amablemente y que yo muy amablemente acepto. Tengo tantas cosas que decir...
Como que, por ejemplo, cuando la bestia te enseña los dientes te da la oportunidad de poder observarlos más de cerca y de darte cuenta de que no son ni tan grandes ni tan afilados. Que madrugar puede tener su gracia, hasta puedes piyarle el gustillo y todo. Que me gusta tragarme absurdos programas sobre americanos viviendo el sueño americano para regocijarme en la confortable sensación de darme cuenta de que yo no quiero eso. Que tengo tiempo para leer con tranquilidad, de ponerme metas personales que me divierten. Que tengo tiempo para mirarme las uñas de los pies y reparar en que, pobrecitas, qué poco las miro. Tiempo para hacerme tranquilísimamente un gran desayuno. Tiempo para aprender a cocinar un poco mejor. Tiempo para darme cuenta de que hacer las cosas que me gustan no es una cuestión de tiempo, sino de ganas, y que las ganas no son algo inherente a mi persona, así que tengo que ir recolectándolas, cargar la batería con antelación. Tiempo para hacer listas de películas que quiero ver y que sé que todavía pasará un largo tiempo hasta que las vea. Tiempo para pensar demasiado, y eso tiene sus peros. Tiempo para reparar en que son casi las 9 y mi madre aún no se ha levantado (pero qué bien vive esta mujer, ¿no?). Tiempo hasta para darme cuenta de que últimamente noto la ausencia de un cojín en el sofá.  
Pero también pienso en cosas algo más trascendentales, por si alguien empezaba a preocuparse. Tengo tiempo para aprender a estar conmigo. Tiempo para aprender a valorar el trabajo duro, el esfuerzo. Todo ese camino de lucha y empeño que deja dentro de ti esa gran sensación de paz interior, de sentir que estás haciendo las cosas bien y que te mereces esa recompensa, ese bienestar, esa meta alcanzada. He descubierto lo mucho que echo de menos ese trabajo, porque no es fácil llevar toda la vida en una línea y de pronto verla algo lejillos de ti (aunque todo sea relativo y esa línea pueda estar contigo siempre; que sí, que muy bien). Lo mucho que echo de menos esforzarme por algo y dotar a mi cerebro de sentido. Nunca había entendido muy bien cuál era el camino aunque me muriera de ganas por recorrerlo. Y ahora lo veo, está ahí, jugando conmigo al despiste, al "ahora te dejo pasar, ahora no" y sólo puedo resignarme, y eso hago, y, de verdad, que no me importa. Que también he aprendido a tomarme las cosas con más calma y sé que el camino sigue ahí, con esa puerta entrecerrada, y que si no se abre hoy, ya la abriré yo dentro de unos meses.
Yo lo único que he sentido estos días ha sido un profundo odio y tedio hacia ese poco agraciado tiempo de pause. Y ahora, evidentemente, me doy cuenta de que este tiempo también ha dado sus frutos. Lo ganado, me lo guardo para mí; lo perdido puede perderse para siempre, porque estaba deseando desprenderme de ello. 
Así pues, me parece que echarle la culpa de todo al sistema es tener un poco de cara por mi parte, y generosamente recojo mi parte de culpa. En fin, el tiempo pasa, sigue pasando, y al pause le quedan los días contadísimos. Ilusión, paciencia, esfuerzo: son las herramientas /frutos que me quedan para afrontar lo que quiera que venga.
Posted in Etiquetas: | 9 Comments »

Iros todos a...

jueves, 18 de noviembre de 2010 by Chio Eme
No sé cómo está hoy el mundo... y el mundo, ¿sabe cómo estoy hoy yo? Voy a gritar, para dotar a mi voz de sentido, y a pelearme con la almohada para que me deje despegar la cabeza de ella. Y así, con la vida en pause desde hace 3 semanas y con la misma ilusión que quien tiene que ponerse a limpiar la casa, tengo que adecentarme. Porque hay que salir a la calle, introducirse entre toda esa gente y dar señales de vida. Pues no me apetece. ¿Que las cosas pasan por una razón? Mi estabilidad ha desaparecido, y me pregunto, ¿hay algo estable en esta vida? ¿De verdad existe eso a lo que llamamos rutina? Yo creo que la rutina nos la inventamos todos y cada uno de nosotros, y nos encanta sumergirnos en ella porque constituye esa segura barandilla a la que agarrarse en terreno poco firme. Y ahora, imaginad que os soltáis de ella. Y caéis, caéis y caéis en el vacío sin nada a lo que agarraros, porque todo lo que os rodea es aire. Y la sensación de montaña rusa en el estómago no desaparece. 
No me parece raro, ni anormal, lo que acontece al otro lado de la barandilla. De alguna forma, lo esperaba. Casi podría decir también que lo deseaba. Este 0, tan absoluto, que te permite convertirlo en cualquier cosa. Tantos líos, indecisiones, tanto dejarse llevar... de alguna manera tenía que irrumpir en forma de tormenta. El problema son estas malditas ansias por llegar ya al final de las cosas, sin saber aceptar que para ello queda un largo camino de por medio. Siempre, siempre, ha de ser play, lo que no soporto ni debería aceptarse jamás es ese odioso pause. Porque en la vida no existe el pause, tú puedes estar parado y quieto, pero la gente y los acontecimientos continúan sucediéndose; el tiempo no espera a nadie, aunque él se haga esperar tan a menudo. No encuentro el sentido de introducirme dentro de algo que ya no puede ni quiero yo que sea mío. Y esto no son más que pensamientos y conjeturas sobre un futuro incierto, que puede cambiar incluso hoy mismo.
¿Quién se conoce a sí mismo y sabe tratarse? A mí nunca se me ha dado bien jugar a la relación médico-paciente conmigo misma. Puedo psicoanalizarme y diagnosticarme cualquier cosa, pero no está en mis manos darme la terapia adecuada. Tanto tiempo jugando a no estar perdida y ahora no sé por dónde narices encontrarme; en fin, no sé qué más decir, excepto que me van a volver loca y que no pienso hacer otra cosa de ahora en adelante que lo que me dé la gana.
Posted in Etiquetas: | 8 Comments »

Serve the servants

martes, 9 de noviembre de 2010 by Chio Eme
Coge tu analgésico, deja que la anestesia entre en tu cuerpo y deja que sean otros los que hoy interpreten por ti el mundo. Y que esas palabras te rocen y produzcan ese escalofrío. Sigo preguntándome cómo pudo existir alguien con tanto misterio, con tanta alma y sin ser apenas capaz de verlo, o más bien, de creerlo. Últimamente conozco pocas cosas que me hagan pensar: "cielos, esto es arte", y cada nota que salía de su boca o su guitarra me lo parece. Como si yo me hubiese aprendido todo aquello con algún sentido o meta concreta, y en el camino hubiese encontrado la meta en sí, o me hubiese dado una imagen más clara de los instintos, de mí misma, de mi espíritu. Como quien calla, cansado, frustrado, y espera escuchar la respuesta de boca de otros y todo lo que escucha es un murmullo, el suyo propio.
Puedes pasar momentos increíbles con personas alucinantes que dejen huellas enormes en tu vida, y que te contagien toda su fascinación por el mundo y las personas. Pero sabes que las sensaciones, como los recuerdos, se desgastan, y al final te queda un sabor borroso, intuido, y medio inventado, y vuelves a las mismas: el lío tienes que desenredarlo tú solo, cada uno tiene que intentarlo por su cuenta; porque es cierto que todos los caminos conduzcan a Roma, pero precisamente el sentido de esa afirmación radica en lo distintos que puedan ser unos caminos de otros.
Y dejas de escuchar, y de repente necesitas darle tu propia explicación a lo que acontece y a lo que no, a lo que se esconde dentro de cada uno y varía según la luz que lo ilumine. Y piensas, de nuevo, al escucharlo: "él probablemente lo hizo, y creo que no se dio cuenta, o quizá sí, y por eso se fue tan pronto, habiendo acabado su cometido". Creo que todos vamos a parar a Roma, sí, pero es difícil darse cuenta. Pero para qué explicar lo que otras manos ya han explicado mucho mejor antes que yo: "Todos estamos en el pozo, pero algunos de nosotros estamos mirando a las estrellas"... creo que por fin entiendo esa cita. Y hoy miro el pozo, tan gris y húmedo como tiende a amanecer últimamente, y sé que esto es lo que hay. Que hay un orden, en su desorden, que ninguna de nuestras luces puede alcanzar, aunque sí, algunas privilegiadas, puedan intuir. Y que basta con alzar la vista, hacia esas estrellas, para tomar conciencia de nuestra existencia, y también de la de ellas; es más, para dotarlas de ella. Y es nuestro intento, de comprenderlas, lo único que debería constar en acta. Y no la conclusión a la que lleguemos, que será, segura e inevitablemente, inútil en la medida en que es partidista.
Posted in Etiquetas: | 8 Comments »

Three Little Birds

sábado, 6 de noviembre de 2010 by Chio Eme
Dime, ¿hay algo que pueda hacer? Porque siento que si no se riegan las flores, éstas corren el riesgo de marchitarse... y morir, y yo no quiero que mis flores mueran; tan pronto, tan jóvenes, tan en la primavera de sus vidas... Inquietud impaciente que recorres cada milímetro de mi cerebro; dame un respiro, son demasiadas emociones en tan poco tiempo. Las asimilo, las siento mías, las quiero, quiero mantenerlas a flote... pero deja ya de resoplarme en la cara; si quieres soplar, que sea a favor de la corriente, no hay zancadilla que puedas ponerme que pueda llegar siquiera a rozarme. Si me tocas, que no sea para hundirme, sino para impulsarme. Si quieres ayudar, constrúyeme unas alas, para volar, muy despacio, hacia ese lugar, el lugar.
El miedo al fracaso es apenas infinitesimal cuando se posee tanta certeza, lo cual no quiere decir que esa posibilidad esté descartada. Sé dónde está el suelo, sé dónde puedo caerme, pero no creo que vaya a hacerlo. Esta vez es diferente; no puede uno hablar de victorias, de derrotas, tan sólo del camino. No sé cuánto tiempo me espera en esta tierra sembrada de incertidumbre, de pavor... pero aquí me quedo. No sé cómo llegué pero, aun habiendo arraigado inesperada e involuntariamente, puedo asegurar que si se me hubiese pedido permiso no me lo habría
pensado dos veces. No es una elección mía, pero al mismo tiempo aquí es, también, donde decido estar, donde quiero estar.
Y ahora vuela, pájaro, a toda prisa, sin mirar atrás; siéntete libre de poder planear, subir y bajar todo lo que quieras. Deja a esa desconocida brisa ser tu guía, déjala mimarte, mecerte en su murmullo... cierra los ojos y desempeña tu papel.
Posted in Etiquetas: , , | 4 Comments »

Diario de una crisis

miércoles, 3 de noviembre de 2010 by Chio Eme
Hoy no he ido a clase, y en mi pared hay un calendario que aún marca "octubre". Algo tan simple como pasar la página me transladaría al mes en el que realmente estamos, pero no quiero. Tengo miedo. En muchas ocasiones a lo largo de mi vida he llamado a cualquier pequeño temor "miedo", pero puedo asegurar que nada ha sido comparable a éste, mi cuerpo entero lo sabe.
Mañana me gustaría no ir tampoco, porque llevo engañándome a mí misma cerca de mes y medio, pensando que estaba bien renunciar a lo que quiero y dejarlo en un 2º plano que, en mi caso, nunca llega. Estoy muy asustada, no paro de mentir y lo único que me ayuda es estar aquí, arrinconada en mi cama escribiendo.
He subido la persiana para delatarme, para que alguien entre en mi cuarto y me vea tal cual estoy, pero sé que podría pasarme aquí la mañana entera y nadie se daría cuenta, y yo seguiría mintiendo.
Mi brújula está mal, nunca ha funcionado, y me toca a mí desenredar este lío. Veo una respuesta, y no sé explicar por qué, pero ahora me convence.
Nunca había tenido sensaciones tan nuevas inundándome el cuerpo, me siento una persona completamente distinta, y tengo que luchar por mí o, mejor dicho, responder por mis actos, porque me van a pedir explicaciones tarde o temprano y aún no las tengo.
Quiero ser valiente. Llevo tanto tiempo queriendo huir de la boca del lobo que me cuesta mucho meterme ahora directamente dentro de ella.
Me siento como el perro que esconde el rabo entre las piernas después de hacer algo malo. Me siento un tanto perdida: aún no tengo ni idea de lo que va a pasar.
Es bueno llorar, no le temo, pero no me salen las lágrimas, y siento tanta presión en los ojos que me van a explotar. Y me pregunto, ¿es que hay algún truco? Nunca antes lo ha habido, pero es probable que lleve... he perdido la cuenta, no me acuerdo de cuándo pudo ser la última vez. Demasiada calma va a provocar, por fin, que irrumpa una gran tormenta. Y yo quiero estar en el centro de ella, que venga lo que tenga que venir, no quiero aplazar las cosas más.
No puedo ni comer... ¿no es eso suficiente indicio?
Posted in Etiquetas: , | 4 Comments »

Crónica de una muerte anunciada

lunes, 1 de noviembre de 2010 by Chio Eme
Somos como el aire, ¿me entiendes? Sólo lo notas cuando corres y aceleras tus latidos. Pero hoy vengo a decirte algo, no eso. El caos sólo me gobierna cuando en mí tan sólo hay nada. Hoy, por fin, hay algo. Llevo tanto tiempo sintiéndome vacía que ya ni recordaba lo que eran los nervios.
Me gusta pensar que existen ciertas conexiones entre la gente intangibles al tacto humano e invisibles a nuestra siempre reacia y escéptica cordura. No tengo mayor sueño que lograr encontrar esos hilos en todas y cada una de las personas que me rodean, que encontrar el cordón maestro que aune y me dé acceso a todas las demás fibras secundarias, aunque no por ello menos importantes; sueño con conocer e interiorizar las corrientes eléctricas que transmitan dichas fibras, sus impulsos. Sueño con conocer tan bien los puntos ajenos que se unan a los míos que llegue a saber exactamente dónde tocar para provocarte un calambre, para robarte un par de alientos, para que tengas que acordarte de que tienes que respirar y yo, más ambiciosa que nunca, quiero dar con sus coordenadas de manera puramente espontánea, casual, como si fuese el destino, en caso de existir, el que nos hubiese empujado a eso, el que me las hubiese chivado en un gesto de amabilidad. Sueño con que ese destino del que el mundo habla nos guiñe el ojo, al menos, dos veces. Una a mí y otra a ti, para que su fuerza nos llegue a ambos.
Quiero jugar. A unir y a separar hilos. A dificultar el flujo de la corriente por determinados hilos para que aumente el misterio, la tensión, la locura. Quiero enloquecer, estoy harta de esta sobriedad de los instintos animales. Quiero no parar, nunca, de sentir la marea avisándome de que coloque la bandera roja. Hoy no le pido más a la vida, pues hoy, por decirlo así, todo me parece más impregnado de su habitualmente inalcanzable sentido. Y todo radica en el agujero de ese diafragma, ése, y no otro. Ése que apenas desempeña bien su función, pues sólo intuyo un ser totalmente lleno de luz y de brillo, y no quiero algo mate, no, quiero toda esa luz. Porque se me contagia, se instala sin permiso por algún recoquevo de mi cuerpo.
Y ahora, somos como la luz, ¿me sigues? Cuando brilla con tanta fuerza no podemos evitar sentirla ni aunque cerremos los ojos.
Posted in Etiquetas: | 5 Comments »

ADD THE SLIDER CODE HERE