Que no me da la gana pasar media vida buscando esa frase que tal vez ni exista - Extremoduro.

Both rough and gentle

miércoles, 22 de marzo de 2017 by Chio Eme
Baby, I'm drowning. Deep, deep, down - drowning. Choking like you wanted me to, struggling to catch my breath and exhale it all over the idea of a world without this bubble. My bubble is collapsing, and it's dragging me along. Choking, drowning, struggling - I'm all out of hope. The idea of a world - my world - without this feeling of impending adventure and recklessness is killing me, annihilating me. You were mine for five moments, for five choked breaths... I was yours right from the start, and I'll still be until I can get myself back. It was never about love and it was so much better. It was dark, and lusty, and wrong, and fucking exciting... it was never about love. It was about me, being genuine and owning my desires - feeding them. It was about me gaining some false control; it was about you giving it to me, to simply take it away after a few moans. You moaned, I whimped, I felt horny all the damn time. I still do. When it comes to you, I'll always do. I'll always feel. I'll always wish for more. I'll always regret what I feared. I'll always be proud of what I didn't. I'll always think of those first days, and these last ones. I'll always think. I'll always think you - of you, above you, underneath you. I.will.always.do.
I'll long for your touch and whispers, for your lack of inhibitions and roughness. I'll look for it somewhere else - I'll crave it. I do. I crave your yous so bad. Your colours, my true ones, our torrid fling. It means so little and so much, it conflicts me. It makes my heart feel heavy. It's sinking it in my chest, carving a hole until it abandons me completely. I feel it out, I feel it after you - desperate. I feel so desperate. So scared. I don't want this to end, but it did. It did so abruptly. I'm more hurt and wasted than confused. Wasted. So wasted. Waste me, please - wash me away. Wash off the doubts, the second thoughts, the inhibitions... rip them off me! I need them gone, GONE. Wash me. Want me. Want me hard. Lust for me, like I do for you. LUST. Lust longer, want me harder, crave me back. Keep my city. Treasure it with its moans and chokes. Wear it off with your cummed jeans, wipe my hands once more on them. Feel my leg and my heat until it burns me inside. Wipe my hands. Guide them. They need you. Your tictacs. Your tireness and overworked eyes. Your filthy habits. Your mess of a life. Of a house. Of a car. Your dirty car, my sanctuary. My safe place, the place where I wore my true colours with pride. 
Oh please, just take me back. Take me forward- so, so much forward. Take me away and back to my city, our city, our wood of easy flirts and difficult encounters. Of dirty texts and awkward phone calls. Of adult pretends and childish watching. Of lustful stares and trembling moves. 
Keep my city. Keep the memory of me somewhere over your geeky walls. Keep it there where it made sense for me to be. Keep it. Just keep me.
Posted in | 0 Comments »

Joder

lunes, 23 de febrero de 2015 by Chio Eme
"I fell in love the way you fall asleep: slowly, then all at once."

A veces pasas por tiradas de meses, y de años, preocupándote inútilmente por el estado de tus sentimientos, o por la falta de ellos. Y temes haberte convertido en alguna especie de ser inerte, robótico casi, al que ya pocas personas le provocan emoción romántica de algún tipo. Sólo sientes ya emoción estética, y te regodeas en ella; te aferras, porque ya no te queda otra. 

Días, meses, años... horas malgastadas pensando que algo va mal en ti, hasta que te cansas de ello.

-

He aprendido a aceptar que mis sentimientos y atracciones fluctúen entre el cero y la nada. A apreciar otro tipo de emociones para seguir sintiéndome viva. Otras fuentes de adrenalina, otros surtidores de regaliz. Lo que fuera para no perder la cabeza. Y, he de admitir, no me ha costado demasiado trabajo. 

He terminado por sentirme en paz con mis instintos. Con el hecho de que se estimulen sólo con dificultad y que ni mi cuerpo ni mi alma quieran involucrarse en ello. Cuando vives demasiado apegada a tu monólogo interno, todo lo demás pierde fuerza y perspectiva. Todo te da miedo, un miedo irracional paralizador, un miedo que acaba por convertirse en la sensación más familiar que jamás hayas tenido, por lo que cuesta desprenderse de ella.

He aprendido a vivir con miedo. A no cuestionar su origen o finalidad, y he terminado por acomodarme. Pues, a fin de cuentas, el miedo no es más que una emoción como otra cualquiera, y también te hace sentir vivo. A falta de regaliz, buenas son tortas.

Pero tu cuerpo es impredecible. Tu estado emocional, tan esquemáticamente organizado de manera inércica, puede tambalearse en cualquier momento - de una maneral tan irracional como su formación misma. 

Y te sorprendes volviendo a sentir. Volviendo a sentirte viva con emociones cuyo abanico abarca todos los matices y colores que siempre pensaste que te estaban prohibidos, o que tu inerte corazón no podía apañárselas para sentir. 

De pronto comprendes, te das cuenta, de que tu alma siempre había podido sentirlo. Y la sensación de miedo cambia: se convierte en puro vértigo; primitivo, visceral, inflamable. Avanzas de a poco, o eso crees, hasta que un día te sorprendes sumergido por completo en el lodo. Y recuerdas que el problema no era que no pudieras sentir en absoluto, sino que tal vez sentías demasiado. 

El problema es sentir con esta intensidad, como si te fuera la vida en ello. ¿Por qué no perder la cabeza un poco? ¿Por qué tiene que ser siempre perderla del todo? Sólo sé pasar de un extremo al otro: del cero al infinito. La nada sigue ahí, acechándome, disfrazándoseme de alternativa. Pero es difícil volver a la nada cuando te tambaleas por el límite. Es difícil cuando se siente con demasiada urgencia, demasiada necesidad y desesperación casi. La cabeza hierve y el corazón trota sin receso, todo apneico y temerario a la caza del infarto.

Y te sientes atraída hacia ese infarto, hacia ese sinvivir que borra el brillo de todas tus demás cosas, las mismas que antes te bastaban para sentirte viva. Y dejas de saber qué era más real: si este perder la cabeza, aferrándote a ilusiones vanas, o el tenerla demasiado colocada, con templanza y soberano aburrimiento de sensaciones humanas. 

No puedo evitar sentir hasta el límite de quemarme. A veces, no siempre, tu cuerpo y alma se sincronizan para arder. Ya no te basta apagarte lentamente, pues se te antoja casi un suicidio. Arder, arder, arder. Fundirse vivo bajo el fuego de tu vértigo.    
Posted in | 0 Comments »

Riot Van

jueves, 2 de enero de 2014 by Chio Eme
Nobody told me.
Nunca supe que un día de estos podía levantarme tan extrañamente tranquila, que no reconfortada. Cuando llega la calma, ¿a dónde miramos para dirigir una mirada agradecida? 
Quién lo iba a decir. Que un día de estos mi cerebro iba a decidir dejar de estar sobreactivado, dejar de sobrecargarse con el peso de los miedos sin sentido. Que un día iba a venir la calma, dispuesta a sacudir mis malos hábitos.
Hace cosa de cuatro años que siento que soy menos persona que antes. Vino el caos, me miró a los ojos, y no hubo tierra que me tragara, por lo que hizo de mí su títere. Desde entonces he balbuceado - probablemente lo siga haciendo -; he vomitado mi propio ser hasta quedarme vacía de historia, vacía de luz y de todo residuo de amor propio.
Y he olvidado que sólo así, a través de este inércico golpeteo de teclas logro inventarme. Que hace ya tiempo que descubrí que conocer no es un verbo que pueda aplicarse a uno mismo.
Golpeteo que he rehuído y sigo rehuyendo, porque cocina una mole incomestible. Una mole que no quisiera nunca que fuera mía. Pero lo es. 
Avanzo, aún, como con miedo. Miedo de abrir estas compuertas, de acabar exponiendo demasiado. Mi mayor ambición el primer día de colegio siempre era pasar desapercibida; así, da gusto.
Y odiaba, y me odiaba. Y hubiera jurado que era cierto que uno es siempre su mayor enemigo. Pero no es cierto. Creer que uno sea saboteador de su propia vida, a juzgar por cómo lo han ido conduciendo sus comportamientos o instintos, no es sino creer que uno sea, en gran medida, una persona libre. Y no lo somos.
Sólo ahora comprendo que nunca podré darme las gracias por levantarme con el pie acertado, porque nunca habré sido la artífice de ello. Y sólo así he logrado entender que tampoco puedo recriminarme por no hacerlo.
Uno no elige su manera de ser. No nace con la libertad de hacerlo. Tu experiencia, tu aprendizaje, tu historia van dándote las herramientas para modelarte o intentar hacerlo. Tu fuerza de voluntad y amor son la clave en cómo terminas siendo. 
Pero son tus semillas, tus células madre - las mismas que, gracias al azar genético, te hicieron moreno en vez de rubio - las responsables de tu carácter, de tu esencia o manera de ser en último término. 
De modo que gracias, recombinación genética, por permitirme un día de paz entre la tormenta que a veces parece ser esto. Ya nunca más me odiaré, ni seguiré esperando a quererme. No soy libre, soy limitada, y supone un alivio.
Posted in | 0 Comments »

A veces, sienta bien.

viernes, 27 de septiembre de 2013 by Chio Eme
A veces sobreviene esa sensación de quedársenos la vida grande. Enorme. Como una camiseta que, cuando eres enano, le quitas a tus hermanos mayores y usas de camisón, porque de otro modo perdería encanto y sentido. 
Así me siento la vida a veces, mi aire, mi lugar, mi parcela de existencia; como algo que cada x tiempo me encuentro probándome, esperando que por fin me quede bien, que por fin sea mi talla.
Pero cada vez que vuelvo a probármela, a la vida, ésta me deja siempre la misma sensación amarga. La misma sensación de que siempre será una camiseta con la que juegue a ser adulta, pero que no pueda más que usarla para dormir con ella, para ayudarme a soñar. Y no hay nada de malo en soñar; es más, creo que es lo único que tiene de bueno este inmenso camisón. La vida parece propicia a los sueños. Parece invitarnos a llenar su hueco, espacio, lo grande que nos queda, a base de sueños, de fantasías, de irrealidades. Llénemos el camisón de irrealidad, para que dormir cueste menos trabajo. Para soñar bonito.
Siempre habrá a dónde recurrir. Siempre, hasta cuando tanto espacio sin rellenar nos quede grande y de grande nos asfixie, siempre hemos de recordar que hay lugares que no nos hacen sentir tan pequeños. Que hay camisetas que sí nos quedan bien, y las hay hasta cómodas.
Cuando la ansiedad aprieta, y parece dispuesta a hacerlo con cierta frecuencia, siempre sé que tengo a dónde volver. A dónde recurrir para refugiarme. Me cuesta un rato; dejo que el pánico y el miedo me devoren centrímetro a centrímetro durante cinco segundos. Como una vez vi, sólo cinco. No podemos permitirnos más. 
Vuelvo a donde la seguridad y la paz vuelven, a donde mis sueños duermen, pero no los quiero despertar. Por no molestarlos, por verlos descansar plácidamente. Vuelvo a respirar, la ansiedad remite. 
Ojalá todos tuviéramos a donde recurrir. Ojalá exista, para cada alma a la que la vida atormenta, un refugio y escudo, algún tipo de protección. Hoy sólo quisiera saber rezar con tal de pedir eso. Hoy es mi único sueño, que la vida no nos pueda tanto.
Posted in | 1 Comment »

Mirar

lunes, 15 de abril de 2013 by Chio Eme
Hay días que puedes pasarlos enteros, a la desesperada, sufriendo por no lograr encontrar las palabras que den sentido a la frase que pasea por tu cabeza. Días que terminan por convertirse en meses, meses que terminan aterrándote al ver que se han convertido en años.
Y, hay veces, que las palabras dejan de ser metáforas, símbolos que encierran estados del alma, y pasan a ser el alma misma. Y, sin palabras, no logras ya conocer el estado en que se encuentra. Y, así, transcurren días, meses, y años, sin saber mucho de ella.
Hay muchas formas de relacionarse con la vida (que no es sino hacerlo con uno mismo), y a mí a todas esas formas de relación me gusta llamarlas arte. De ahí que le encuentre, quizá, un margen demasiado amplio de actuación; claro que también podría haber optado por omitir ese quizá.
La forma en que unos ojos se contraen o expanden al sonreír; eso, es arte. Para mí más lo segundo que lo primero. La forma en que una nariz respira sin atragantarse. La armonía con que tomamos y soltamos oxígeno cada segundo, sin siquiera reparar en ello. La forma en que acaba por desarrollarse un pensamiento; empezar pensando en escribir sobre la primavera que la sangre altera y acabar hablando siempre de esto, de lo mismo. Y que el simple hecho de poner o no una frase en cursiva, me lo siga pareciendo. La cursiva. La kriptonita de los adictos al Word.
Hay días en que me parece importante, todo esto. Días en que fijarlo, de repente, parece tener algún sentido. Días en que necesitas sentirte. Días en que para hacerlo necesitas explotar y explotarte. Exprimirte. Averiguarte.
La eterna duda de cómo saber si estás viviendo bien tu vida o si yerras y la estás dejando pasar. El eterno engaño que supone hacer a cada momento lo que nos gusta, lo que nos proporciona seguridad y un sentimiento reconfortante. El peligro de no discernir entre algo reconfortante y algo genuinamente generador de vida.
Tengo la absoluta certeza de que vivo la mayor parte del tiempo instalada en un constructo interno de irrealidades. Ideas, sentimientos y anhelos pseudoficticios que me arrastran y me dejan con la sensación de tener una adicción más potente y sólida que la de un adicto a la heroína. Y no siempre logro recriminarme. Pero es que a veces no estoy segura de que haya siquiera un mundo subconsciente común en el que nuestras conciencias puedan vivir.
Observas a la gente vivir sus vidas y autorreafirmarse, cada día, en la tranquilidad social generalizada de pisar cimiento y que le otorga el sello de "verificado" a sus experiencias, convenciéndolos de que eso que están viviendo es, sin ninguna duda, real. Y no dudan de sus sentimientos, porque no hay nada de lo que dudar. La palabra sentimiento desdibuja su propio sentido y pasa a adoptar el estandarizado. Y todos afirman amar, querer, o sentirse queridos. Sin plantearse siquiera si tal cosa exista en realidad, pues, por lo que sabemos, bien podría haber sido un invento occidental, no muy lejano al del estado del bienestar y la felicidad que se le asocia.
El arte, aunque fantástico, no deja de ser un producto humano. No es realidad. Y todo lo que sabemos, todas las grandes nociones y esperanzas que concebimos y aguardamos sobre el ámbito sentimental, han sido en gran medida heredadas del arte mismo.
Por eso a un ojo despierto, quizá, le sea inevitable reparar en que lo acontece bajo su mirada cada día puede que no sea, en sentido estricto, real. Lo que sucede de ordinario no deja de responder a ciertos patrones, no deja de ser realizado con esa cierta inercia que subyace en todas las ciudades a la hora de ponerse éstas en marcha. Lo ordinario no deja de ser eso, ordinario, común, habitual. Lo real debe ser más genuino, ha de hacerse de más esperar; si es auténtico, seguro que requiere profundizar un poco más.
Posted in | 0 Comments »

Subtle moves

viernes, 26 de octubre de 2012 by Chio Eme
¿Por qué sí? ¿Por qué no? A veces sólo queremos demostrarnos algo a nosotros mismos. Es más, a menudo ocurre que, cuanto mayor es la certeza de haber dado carpetazo con algo, mayor es el ansia por retomarlo.
A veces creo que no voy a volver a escribir en mi vida. A veces creo que odio leer. A veces creo que me voy a quedar tonta y se me va a embotar el cerebro de tanto ver series. A veces creo que nunca voy a dejar de soñar despierta, y eso sin duda es lo que más me aterra.
Hace mucho tiempo, la primera vez que dejé totalmente este blog de lado (la primera de muchas), estaba angustiada y hastiada por una frase que había leído en un libro totalmente deprimente: El hombre escribe para ser leído.
De pronto la presión por tener que exponerse a uno mismo me pareció el mayor sinsentido del mundo. Porque, ¿qué gana uno exponiéndose a los juicios ajenos? Ya no soy tan ingenua como para creer que la gente no juzgue, y que tan sólo empatice. Ya.
No estoy segura de querer cogerte, de querer pensarte, de querer pensar en'. No tengo ganas, no tengo esa chispa que se enciende y prende rápido atravesándote entero y confundiendo tus sentidos, haciéndote creer que sí tienes ganas de escribir-lo,-te.
Es un engaño; ¿qué crees que hay que sacar? ¿Crees que puedes estrujarte, como si fueses una fruta (y madura, encima) para sacar un buen zumo? No uno cualquiera, sino uno bebible.
'Uno escribe para ser leído' - bueno, eso habría que matizarlo. Uno escribe cuando 'lo ahogan sus pensamientos', de eso no cabe duda. También escribe cuando se le enciende esa chispa seductora y no puede sino entrar en su juego, necesitando conocer qué resultará de todo ello. ¿Uno escribe por escribir? ¿Por pensar en voz alta? Quizá no necesite que lo lean, sino leerse a sí mismo; puede que esa sea la verdadera necesidad, puede que detrás de tanta parafernalia no haya sino egocentrismo redomado o una búsqueda de él mismo, una realización de su individualidad que, precisamente por ser así, individual, no hace sino alejarlo del grupo.
Uno escribe siempre con una finalidad, aunque ésta sea la de existir, meramente.
A veces siento que existo más en la palabras que en mis actos. A veces siento que nunca lograré existir del todo. Ya hace tiempo que me da igual ser el juguete olvidado del amor, tan sólo quiero ser un juguete.
¿Por qué escribir? ¿Por qué no hacerlo? Algunos estamos destinados a ser eternos observadores del tiempo, de las personas que cruzan sus pasillos y recovecos. Algunos sólo logramos entrar en el juego de la vida a través de esto, de las palabras. Algunos somos demasiado cobardes como para emprender otras luchas distintas a las internas, a las meramente intelectuales o estéticas.
Curioso entonces que, precisamente los que nunca entraremos en batalla, seamos los que las retratemos. ¿Alguien ha reparado alguna vez en tremendo desajuste? Aquellos grandes que alguna vez escribieron lo más conmovedor sobre el amor... ¿lo habrían conocido realmente? Sea como fuere, sus ideas son las que forman parte del imaginario colectivo de la sociedad. 
Pues siento pena y asco por alguna vez haber querido formar parte de ellos, por alguna vez haber querido que mis ideas se reprodujesen y perpetuasen en el tiempo. Por querer fijar nada de esto. El mundo necesita más alegría, no más amargura.
Los escritores son egoístas; de ello no cabe duda. Farsantes. Los que no lo pueden vivir, lo enseñan.
 
Posted in | 1 Comment »

All apologies

domingo, 10 de junio de 2012 by Chio Eme
Esto es algo que escribí hace ya, quizá, unos tres o cuatro meses. No sé por qué quiero publicarlo ahora, ni por qué aquí, ni por qué no antes. Supongo que, de alguna manera, va dirigido a mucha gente, por desgracia a demasiada, y me gustaría pensar que puede que quizá así les llegue. Que se dé por aludido todo el que quiera. Mis disculpas por adelantado (cualquiera que me conozca un poco o me haya leído alguna vez, se habrá dado cuenta fácilmente de que no paso de ser un desastre, así que, por un lado, siempre me resguardaré en el '¿de qué te sorprendes?' y, por otro, siempre llevaré colgado el cartel de 'en construcción...').

Hoy les pediría perdón a todas esas personas que, en algún momento de mi camino, se sentaron a esperarme en un banco con un gran paquete de regaliz en la mano, para contemplar poco después, espantadas, cómo yo decidía pasar de largo.
A todas esas personas: creedme, empiezo a darme cuenta de la cantidad de '¿y si...?'s y de arrepentimientos que llevo a rastras. No estaba preparada para dejar de andar; creía que no lo estaba o, como alcanzo a ver ahora, creía que existía una bombilla que se te encendía para indicarte que ya lo estabas, algo así como una especie de testigo automático. Y no existe. No creo tan siquiera que exista tal cosa como 'estar preparados'.
Nadie nace porque esté preparado para vivir, al contrario; nacemos más vulnerables de lo que jamás volveremos a estar, ¿no debería eso ser un gran alivio? Quitado el nacimiento, nuestra vulnerabilidad está hecha a prueba de balas. De modo que no existe un 'estar preparados', sino un 'estar dispuestos a poner nuestra vulnerabilidad a prueba'.
A todas esas personas: yo quería sentarme en ese banco, me gustaba lo que ofrecía. Pero, tristemente, no estaba dispuesta a sacarme a pasear a mí misma. Seguir andando es cómodo, lo difícil es pasear. Seguir andando es seguro: proporciona tiempo. Porque yo pensaba que necesitaba ese tiempo para amoldarme, modelarme, inventarme y, quién sabe por qué, normalizarme. Estaba convencida de que un día me levantaría y me diría: '¡qué bien, qué normal soy! No hay nada de lo que avergonzarse'.
A todas esas personas: al pasar de largo no os rehuía, huía de mí misma; esperaba dar con una versión mejorada de mí, una versión con testigo automático, una versión perfectamente capaz de ser persona, porque creía que cuando me sentara lo haría para por fin empezar a serlo. Y, sin embargo, era en el camino donde estaban todas esas versiones normalizadas y vulgarizadas convencionalmente, y qué incómodos son sus bancos, oye. Son bancos de mentira, pura parte de la escenografía: muy correctos y 'delmonton'izados.
A todas esas personas: espero no haber perdido la oportunidad de sentarme con vosotras. Creía que podía arreglarme para ofrecer algo mejor, pero pasado el tiempo me he dado cuenta de que todo lo que fui es todo lo que soy, con lo que vine ayer es con lo que me voy hoy.
Posted in | 0 Comments »

ADD THE SLIDER CODE HERE