A veces parece que no tenemos tiempo ni para dar los buenos días. Esa sensación de ser un extraño en tu mundo, en el entorno del que tú te has ido rodeando... Haciendo las cosas que, se supone, quieres hacer, y haciendo un esfuerzo por hacer aquellas que, se supone también, requieren poner más de tu parte.
No entiendo el escuchar música por obligación, el leer por obligación o el ver una película por el mismo motivo. No entiendo el sentirte obligado a salir a la calle y a tratar de ponerle una cara más amable al mundo; de poner la otra mejilla cuando sientes que la otra está ya demasiado quemada, de responder siempre con una sonrisa... No, no hay días tales como esos. No me creo que haya un pie correcto con el que levantarse, no creo que porque no sea capaz de abrir la boca hasta que haya pasado media hora desde que me despierte signifique necesariamente que me haya levantado de mala ostia. Con frecuencia me ocurre que los días que con menos ganas me levanto de levantarme, suelen ser los que más brillan y viceversa. A veces las cosas funcionan tal que así: cuantas menos metas tienes menos te abrumas o te frustras. Cuanto más te da igual cómo salga el día, mejor suele salir pero, sin embargo, cuanta más iniciativa y ganas de abrirte al mundo te invadan al levantarte, más se torcerán las cosas y acabarás bloqueándote durante horas sin que haya manera de que logres articular una sola palabra.
A veces me adapto, me acostumbro y los días se me hacen pasables, tragables, menos atemorizadores. Pero eso sólo ocurre el 5% de las veces. El 95% restante me da miedo todo, avanzo como puedo y me infravaloro y subestimo a la menor ocasión. Conocerme poco es conocer ese 95%, porque es lo que fácilmente pueden mostrar mis ojos cuando conozco por primera vez a alguien. Conocerme algo mejor es conocer el 5% restante. Hay días que, afortunadamente, amanezco en él, y esos días son los que suelen hacerme pensar que todo, cualquier persona o cosa, merece la pena. También son los días que más aprendo, que más receptiva estoy y que más imposibles alcanzo. Los días menos favorables, los del porcentaje mayor, tan sólo logro pasarlos recordando que también existen momentos en los que me atrevo, me lanzo y hago algo por mover mi vida. Que todo mal momento es pasajero y que aquí pecamos todos de bichos raros.
Pese a todo, siempre me arrepiento de no desearle a todo el que pueda que tenga un buen día, de no sonreír más mientras como, de no sentarme más a menudo en el sofá en la sobremesa, de no preguntar más a menudo "qué tal" aunque sea a personas que me harte de ver cada día y sepa ya de antemano la respuesta. Siempre nos podemos sorprender, dentro de la mierda hay diversos niveles: días malos y días menos malos. Quizá algún día hasta tú mismo te sorprendas cambiando tu habitual "pues ahí, tirando" por un "la verdad, no puedo ni debería quejarme :)". Las personas tenemos esa virtud, todas, de no dejar de sorprendernos nunca las unas a las otras, pues ya se sabe, somos impredecibles y nunca terminamos de conocernos; ni a los demás ni a nosotros mismos. La verdad es que no se me da bien últimamente conectar unos puntos con otros: no hago las cosas bien, tampoco mal... el caso es que el resultado viene a ser siempre el mismo. Sea como sea, mi punto final o meta/objetivo es tan sólo desearle al mundo, más a menudo y en voz más alta, que tenga un buen día.
semillas amarillas, semillas rotas de nuevo.
Hace 6 años
5 comentarios:
Chío esa frase final, sin duda, lo dice todo.
Me encanta esta entrada, me ha puesto de buen humor. Espero que hoy tengas uno de esos días, y aunque sea un poco tarde, te deseo un precioso y brillante día.
Te quiero.
A veces tenemos buenos días, a veces malos. También podemos llevar un día genial y cuando no quedan más que unas pocas horas para que termine, se derrumba todo. Eso a mí me cabrea más que cuando tengo un día pésimo completamente.
Te pones a pensar acerca del motivo que acaba de arruinar tu magnífico día, y no se tú Chio, pero creo que la inmensa mayoría de las veces ese motivo es incontrolable, si quiere joderte te va a joder, hablando mal y claro.
Me refiero a las circunstancias. A veces las circunstancias parecen que conspiraran contra tí para no dejarte ninguna opción posible, y al final acabas rindiéndote. Bajas la cabeza, hundes tus hombros como si les dijeras: “he perdido, sois demasiado para mí…”
Entonces te das cuenta de lo insignificante que eres.
Por suerte también a veces las circunstancias son muy generosas y se ponen de acuerdo para favorecerte en todo.
¿Las circunstancias son incontrolables? Está claro que sí; pero hay gente que las domina, aunque no les sean favorables no permiten que controlen su vida.
Puede que sea nuestra actitud lo importante, a lo mejor una actitud negativa atrae a circunstancias negativas, mientras que tener una actitud optimista provoca circunstancias positivas. Seguramente habrás escuchado o leído una frase de Napoleón que me gusta mucho; dice lo siguiente: “¿Circunstancias? ¿Qué circunstancias? ¡Yo soy las circunstancias!”
Es una frase muy profunda, tal vez tendría que tatuármela en algún sitio muy visible, para que no se me olvidara nunca.
En el último comentario que me escribiste me diste un consejo, como estoy en deuda contigo aquí va el mío. ^^
La vida es como una guerra incesante (sé que suena a tópico XD), y siempre están ahí las circunstancias acechando para matarte. Es una lucha constante y no hay que dejar de luchar nunca. Se pierden muchas batallas, y terminarás agotada, desearás rendirte, pero la vida es una guerra especial porque rendirse no es una opción. En cualquier otra guerra puedes rendirte pero en esta no. A lo mejor no estás de acuerdo conmigo. No puedes decir: “Se acabó todo. No quiero sufrir más”. No sirve de nada decirlo. No depende de nosotros. Siempre vamos a ser el blanco del ataque enemigo.
Puedes elegir no luchar y seguir sufriendo pero no puedes rendirte. En el momento en el que te rindes estás fuera, y eso es imposible. Cuántas veces no hemos pensado: “Es que me quiero morir, quiero desaparecer”, y cosas por el estilo. Luego nos arrepentimos de haber dicho o pensado esas palabras, porque como no nos ha quedado otra opción que luchar terminamos ganando alguna que otra batalla y nos alegramos mucho. Hay que luchar Chio, hay que ser siempre fuertes, para vencer a las adversidades y que la gente pueda conocer y ver ese 5% de ti.
Lo mejor que tiene la vida es que no te da opción de rendirte.
Puede que la vida sea cruel: te golpea sin parar únicamente por placer y no te deja que te rindas.
También puede que la vida sea egoísta: no deja que te rindas porque si no tiene a quien golpear se aburre.
Pero la vida, no es ni cruel ni egoísta. Es inteligente. Sólo quiere “vivir”. En el momento en que nos rendimos ella muere, y está claro que eso no le hace gracia, así que no nos permite rendirnos.
Bueno… creo que divagado mucho, jaja es que es un tema complejo y además se me da muy mal hacerme el filósofo. XD
Gracias por esta entrada Chio, ha sido genial como nos tienes acostumbrados.
Cuídate! Un saludo! ^^
Los días son todo lo favorables que nosotros queramos que sean... es cuestión de actitud. Bueno, qué voy a decirte, ya sabes mi opinión sobre el 99% de esta vida; para mi todo es una cuestión de convercerse y echarle ganas. ¿Que es falso? Es posible, la vida no es fácil, obviamente. Pero y qué si es falso! ¿No es mejor vivir un poquito autoengañado para ser más feliz? No digo ser un falso, pero ese punto de inocencia, eso de darle el beneficio de la duda a nuestros días, puede hacernos mejores por dentro. Porque la felicidad se puede conseguir día a día, y se esconde en las cosas más absurdas, y suelen estar dentro de nosotros mismos.
Te quiero
Hay días y días. Pero creo que nunca es justo negarle a los demás una sonrisa o no deser un buen día.
Siempre hay un por qué, aunque sea minusculo, una tontería por la que sonreir, por la que pensar que puede ser un buen día y olvidar todo lo malo que hay alrededor :)
Muchas gracias por tu comentario, tú si qué sabes. ¿No has pensado en cambiarte a Psicología? ^^
Yo a veces también empiezo a escribir, con un ojetivo final no demasiado claro pero conforme escribo, mis pensamientos se ponen en orden y el tema sobre el que en un principio quería hablar se convierte en otro. Es díficil de explicar.
Coincido contigo, lo importante es hablar, da igual de lo que sea, además a veces lo importante no es lo "qué" digas sino "cómo" lo digas, aunque estés hablando de cosas sin importancia también así puedes darte a conocer. Llámame cabezota pero es algo que me cuesta muchísimo asimilar, pero tengo que empezar a hacerme a la idea.
Lo importante es, como tu dices, no quedarte con las ganas de decir algo, porque hay muchas veces que por callarte pierde muchas oportunidades, en todos los sentidos... sobre todo con el primer contacto con una persona que no conoces.
Tu amiga Carmen escribió una entrada sobre la naturalidad, la espontaneidad; está muy relacionado con este tema, me gustaría dejarme llevar de vez en cuando, y no vivir con esa tensión, hacer las cosas sin pensarlas tanto, que parece que estoy diseñando un plan para la CIA XD
También has mencionado lo de la "afinidad". Me has hecho pensar y quizá he pecado un poco de vanidad, porque bien es cierto que hay que conocer mucho a una persona, para saber si existe esa "conexión". Así que me retracto de mis palabras jaja. Aunque a veces con unas pocas conversaciones con alguien puedes "calarlo", la verdad es que no es nada fiable esa primera impresión. La intuición puede acertar pero se necesita mucho tiempo.
Y también me has hecho pensar cuando has dicho que no hay que luchar contra uno mismo. Es algo que lo tengo claro, pero yo también a menudo me "pongo la zancadilla" a mí mismo. No sé por qué. Reflexionaré sobre ello jaja.
Muchas gracias Chio, de verdad.
Espero que este yendo genial en la facultad. ^^
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