Que no me da la gana pasar media vida buscando esa frase que tal vez ni exista - Extremoduro.

Le dije: monta que te llevo al sol. Me dijo: ¡qué tontería, arderás!

miércoles, 13 de octubre de 2010 by Chio Eme
Si la mirabas directamente a los ojos, podías ver el gran saco al que iban a parar todas sus preocupaciones reflejado en sus pupilas, abiertas ya al máximo para apurar todo el espacio posible. Aquel día soplaba una brisa de viento de otro lugar, cálida pero desconocida. Agradecía los días como aquél, en los que, habiendo abusado ya de muchos refugios, el viento le traía un aire distinto, renovador... pero confusamente misterioso.
Cualquier desequilibrio o cambio de acidez de su mar interno le provocaba un ligero mareo. Notaba al instante cuándo su piel estaba fría en exceso o cuándo su estómago se movía de manera atípica. Su estómago; el siempre gran perjudicado. Todos los malestares se pasaban siempre a él, de hecho, había llegado un momento en que todos los sentimientos los procesaba y sentía a través de él.
Las aspas de su molino estaban algo inquietas, expectantes; esperando la orden de su dueña para ponerse en marcha. Notaban aquella brisa de viento, pero al no recibir órden alguna de moverse, luchaban como podían por no sucumbir a la brisa y desobedecer a su dueña. No entendían por qué tenían que luchar contra el viento, simplemente se limitaban a acatar órdenes, aunque adorasen el fluir natural del dejarse llevar por él. De ese modo, permanecieron quietas, muy quietas, casi inexpresivas, luchando contra su propia naturaleza. Ya había ocurrido, en muchas otras ocasiones, que se habían tomado la señal de vía libre al pie de la letra. Al final, de girar con tanta fuerza, con movimientos descoordinados y carentes de sentido, algún aspa había salido disparada perdida en combate. Aunque siempre, mágicamente, al llegar esa cálida y desconocida brisa, era automáticamente repuesta por otra, dispuesta a correr el mismo riesgo; a jugársela más que las demás apostando de lleno por el giro que le indicaba el viento.
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2 comentarios:

Víctor dijo...

Transformar ese sentimiento del que hablas en palabras no es fácil, tienes mucho mérito Chio.
No podemos ocultar nada, toda nuestra identidad sale a relucir siempre, aunque nos empeñemos en lo contrario.
Nuestro corazón se guía por señales diferentes a las de nuestra cabeza, ambos establecen una lucha constante para mantener un equilibrio o algo parecido.
Nuestros más íntimos deseos, sentimientos, motivaciones tienden a seguir su curso natural y así debe ser.
Mientras tanto, nuestra cabeza, se basa en no sé que criterio para convencernos de que ella tiene razón y nos hace desconfíar del corazón.
Este dilema es inevitable supongo, y creo que también es necesario, por el equilibrio y todo eso que he dicho antes; pero si la balanza tiene que inclinarse hacia a un lado, que lo haga al del corazón. ¿Tú que opinas? ^^
Un saludo!

Lams dijo...

Me has resultado bastante hermética esta vez...

Yo, que por mucho que me gusten las letras no puedo evitar ser de ciencias, veo la vida como un continuo experimento, un proceso de prueba-error, al que hay echarle huevos... ninguna historia, ni siquiera la nuestra propia, la escriben los cobardes, y, por eso, está biens eguir nuestros instintos para superar problemas y preocupaciones =] te quiero y quiero verte Chiusca

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