Como ya bien dijo un poeta, podría escribir los versos más tristes esta noche. O quizá simplemente unos de los más tristes. Mi huevo no cuaja, sigue en gestación.
Siento un nudo enorme que tiene ganas de expresarse y dar muestra de su existencia avecinándose por mi ojo en forma de torrente acuoso.
¿Qué ocurre? ¿Qué va mal en mí? No me lo creo, ¿lo he vuelto a hacer? Soy imbécil, no tiene otra explicación. Casi me prefería cuando no tenía expectativas. Ahora me ha dado por ver cosas donde no las hay.
No sé qué esperaba realmente de todo esto, sólo sé que me ha dado como una pequeña estacada, un rápido y ponzoñoso pinchazo que pasado el instante aún perdura, que me tiene medio mareada. Es como si me hubieran quitado un caramelo al que le acababa de quitar el envoltorio, un caramelo que, pensaba, había comprado. ¿Pero cuándo? ¿Cómo puedo ser tan ilusa?
Estos calores, fuegos que abrasan mis sienes, mi nuca y mi frente encierran una advertencia, una lección o un desengaño, qué sé yo. No sé nada.
Otra sacudida. Otro escalo-caliente. ¿Qué voy a hacer conmigo? No tengo remedio, no.
No sé si he agotado mis salidas o si no he usado tan siquiera ninguna de ellas. Mejor, un cubo de agua que me despierte a tiempo, mejor. Creo que así lo prefiero. No quiero engañarme más, no quiero hacerme más daño, no... no sé qué voy a hacer conmigo.
Estos labios, que ya no gritan; estos labios, que ya no besan; sólo me piden pronunciar tu nombre.
Y yo les digo: ¡Parad! ¿Por qué os engañáis así? ¿No os dáis cuenta de que no es real?
No, no eres real.
Lo siguiente que se pronuncia es mi razocinio: ¿Y qué lo es? Las personas existen en la medida en que pensamos en ellas y sólo dejan de hacerlo cuando las abandonamos.
A la mierda con tó.
semillas amarillas, semillas rotas de nuevo.
Hace 6 años
1 comentarios:
Sin duda precioso e increíble fragmento...
Pero pese a que me guste, no me gusta leerte ésto. Hablaremos tú y yo personalmente mi voguera favorita...
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