Tranquilo y apacible domingo. Sí, tengo millones de cosas que hacer, pero ahora mismo sólo puedo pensar en que hoy es un tranquilo y apacible domingo. En que sólo me quedan cuatro días de vida colegial. En que el viernes me levantaré a las 7 pero no para ir al colegio; no, ya nunca más. Qué extraña sensación la de sentir que se va, sin llamar demasiado la atención, una etapa de tu vida. Tan discretamente se marcha que apenas me ha dado tiempo a darme cuenta. Yo creo que la suerte más o menos ya está echada, las cartas las repartieron hace ya unas semanitas y ahora depende solamente de cómo juguemos la partida; de la última apuesta.
Tomando esto como excusa, me pongo a perder el tiempo descaradamente. Necesito silencio, espacio, ausencia de personas, y mi casa parece una terminal de un aeropuerto.
Pese a todo, hoy es domingo. Dentro de diez minutos hace un mes ahora mismo estaría llegando a Maristas, deseando empezar un ensayo y maldiciéndome por dentro por perder toda la tarde para estudiar. Pues mira, no me ha ido tan mal. Casi diría que no me habría ido igual de bien si no hubiese tenido esas tres horas de teatro cada domingo. Domingo. Hay gente que odia los domingos, y a mí me encantan. Es cierto que es el día de estudiar y hacer lo que no has hecho en todo el finde, está claro, pero... ¿y esa media horilla que pierdes en el ordenador calentita en tu pijama pensando bueeeno qué prisa tengo si es fin de semana por el amor de Dios... ? Que sí, que mañana se me acabó el chollo... ¿Pero qué chollo ni que ocho cuartos? ¿Acaso ha habido un maldito y solo finde este curso que haya sido un chollo? El jueves. El jueves se acaba esta inocente pesadilla. No acaban los exámenes no, sólo el ir a clase. Pero ya cambia bastante la cosa. ¿Y lo rara que me voy a sentir el domingo que viene cuando no tenga que sentir remordimientos porque sea domingo y esté perdiendo el tiempo?
Ay, bendito domingo.
semillas amarillas, semillas rotas de nuevo.
Hace 6 años
0 comentarios:
Publicar un comentario