Que no me da la gana pasar media vida buscando esa frase que tal vez ni exista - Extremoduro.

Recaídas.

miércoles, 25 de agosto de 2010 by Chio Eme
No te voy a engañar ni te voy a intentar hacer creer lo que no es. Lo físico es lo físico, lo emocional lo emocional y lo sentimental lo sentimental; no puedo evitar seguir pensando en ello. Cierro los ojos y me imagino en la más embarazosa de las situaciones sintiéndome lo más increíblemente agusto que me haya encontrado jamás... el porqué ni lo sé ni me importa. Se llaman emociones y viajan tan rápido a lo largo de nuestro cuerpo que resulta imposible encontrarles el origen o intentar prever a dónde nos van a llevar. Las emociones hacen que mi cuerpo deje de comportarse como si fuera un robot, son las que lo dotan de verdad de vida y hacen que mis movimientos tengan algún sentido.
Me asusto; ya no limito la visión de mi boca a eso que se me mueve al hablar, o por lo menos no la mayoría de las veces. Tampoco mis ojos se conforman con dar una rápida mirada de reconocimiento del terreno, no; ahora se paran a observarlo todo con detenimiento y sin mi permiso y a veces me atemoriza que me dejen en evidencia al desvelar todo lo que uno no querría dejar saber por vergüenza. Sí, me imagino que a esto se le llama volverse poco a poco más humano.
Desde luego mi cuerpo va perdiendo color desde la última vez que tomé el sol... la cuestión es cuándo volveré a ir a la playa. A veces creo que no podría ser más explícita. No puedo negar que eche de menos ese sol, pues sin duda no puedo parar de pensar en otra cosa cuando da la noche en mi cama, y doy millones de vueltas soñando con que vuelva a sonar mi móvil a eso de madrugada: no importa un comino el precio, porque no lo hay, ¿me entiendes? A no ser que te empeñes en ponerlo tú y etiquetes tus actos de deshonestos o indecentes cuando en realidad de lo que se trata es de actos puramente emocionales. Uno elige muy deliberadamente lo que hacer con su robot, o sea, su cuerpo, y decide si salir de la gestación o continuar sin cuajar.
Recuerdo cuando el verano pasado me preguntaron:
- ¿Cuánto tiempo más vas a dejar reposar el té? ¿No está aún lo suficientemente fuerte?
Esperé un poco más, pues alargar el momento de los sucesos se ve que es algo que me deleita. Cuando creí que ya estaba listo para tomar, di un sorbo que casi escupo al descubrir que aquel sabor era demasiado fuerte para lo que yo estaba acostumbrada.
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1 comentarios:

Carmen Hinojosa dijo...

Tan "..." como siempre.

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