Que no me da la gana pasar media vida buscando esa frase que tal vez ni exista - Extremoduro.

Joder

lunes, 23 de febrero de 2015 by Chio Eme
"I fell in love the way you fall asleep: slowly, then all at once."

A veces pasas por tiradas de meses, y de años, preocupándote inútilmente por el estado de tus sentimientos, o por la falta de ellos. Y temes haberte convertido en alguna especie de ser inerte, robótico casi, al que ya pocas personas le provocan emoción romántica de algún tipo. Sólo sientes ya emoción estética, y te regodeas en ella; te aferras, porque ya no te queda otra. 

Días, meses, años... horas malgastadas pensando que algo va mal en ti, hasta que te cansas de ello.

-

He aprendido a aceptar que mis sentimientos y atracciones fluctúen entre el cero y la nada. A apreciar otro tipo de emociones para seguir sintiéndome viva. Otras fuentes de adrenalina, otros surtidores de regaliz. Lo que fuera para no perder la cabeza. Y, he de admitir, no me ha costado demasiado trabajo. 

He terminado por sentirme en paz con mis instintos. Con el hecho de que se estimulen sólo con dificultad y que ni mi cuerpo ni mi alma quieran involucrarse en ello. Cuando vives demasiado apegada a tu monólogo interno, todo lo demás pierde fuerza y perspectiva. Todo te da miedo, un miedo irracional paralizador, un miedo que acaba por convertirse en la sensación más familiar que jamás hayas tenido, por lo que cuesta desprenderse de ella.

He aprendido a vivir con miedo. A no cuestionar su origen o finalidad, y he terminado por acomodarme. Pues, a fin de cuentas, el miedo no es más que una emoción como otra cualquiera, y también te hace sentir vivo. A falta de regaliz, buenas son tortas.

Pero tu cuerpo es impredecible. Tu estado emocional, tan esquemáticamente organizado de manera inércica, puede tambalearse en cualquier momento - de una maneral tan irracional como su formación misma. 

Y te sorprendes volviendo a sentir. Volviendo a sentirte viva con emociones cuyo abanico abarca todos los matices y colores que siempre pensaste que te estaban prohibidos, o que tu inerte corazón no podía apañárselas para sentir. 

De pronto comprendes, te das cuenta, de que tu alma siempre había podido sentirlo. Y la sensación de miedo cambia: se convierte en puro vértigo; primitivo, visceral, inflamable. Avanzas de a poco, o eso crees, hasta que un día te sorprendes sumergido por completo en el lodo. Y recuerdas que el problema no era que no pudieras sentir en absoluto, sino que tal vez sentías demasiado. 

El problema es sentir con esta intensidad, como si te fuera la vida en ello. ¿Por qué no perder la cabeza un poco? ¿Por qué tiene que ser siempre perderla del todo? Sólo sé pasar de un extremo al otro: del cero al infinito. La nada sigue ahí, acechándome, disfrazándoseme de alternativa. Pero es difícil volver a la nada cuando te tambaleas por el límite. Es difícil cuando se siente con demasiada urgencia, demasiada necesidad y desesperación casi. La cabeza hierve y el corazón trota sin receso, todo apneico y temerario a la caza del infarto.

Y te sientes atraída hacia ese infarto, hacia ese sinvivir que borra el brillo de todas tus demás cosas, las mismas que antes te bastaban para sentirte viva. Y dejas de saber qué era más real: si este perder la cabeza, aferrándote a ilusiones vanas, o el tenerla demasiado colocada, con templanza y soberano aburrimiento de sensaciones humanas. 

No puedo evitar sentir hasta el límite de quemarme. A veces, no siempre, tu cuerpo y alma se sincronizan para arder. Ya no te basta apagarte lentamente, pues se te antoja casi un suicidio. Arder, arder, arder. Fundirse vivo bajo el fuego de tu vértigo.    
Posted in | 0 Comments »

0 comentarios:

Publicar un comentario

ADD THE SLIDER CODE HERE