Que no me da la gana pasar media vida buscando esa frase que tal vez ni exista - Extremoduro.

¡Ay! Que estamos como para irnos de fiesta...

martes, 12 de enero de 2010 by Chio Eme
Cojo un paquete de regaliz; siento cómo el plástico poco a poco desaparece asustado al observar mi ansiosa glotonería. Separo un trozo, un pequeño bloque. El tacto es inconfundible, pero aún más el sabor.
Lo saboreo, hoy ese regaliz parece haber sido pensado para mí. Podría ser mi media naranja, pues encaja conmigo y me corresponde, ¿no?
Me animo a dar un alegre paseo con mi regaliz de la mano... sale el sol y brilla con toda su fuerzaa... y parece también que ha sido pensado para brillar para mí. ¿Será entonces él mi medio melocotón? ¿Por qué no? Adoro el calor del sol y el color que deja en mi piel, yo, la siempre terriblemente paliducha.
Sigo caminando, y me dejo envolver por mi tardía infancia. Doy brincos de un lado para otro, tal y como adoraba hacer antes. Y ahora sí, ahora me doy rienda suelta. Estoy totalmente desinhibida. No hay más rubor que el del regaliz, hoy ya no me avergüenzo, aunque puede que sea porque nadie me ve.
Otro trocito, otra fila del rico regaliz, y la sensación no me abandona, no se desgasta.
No me arrepiento, hay relaciones que no sobreviven, porque se desgastan, como lo hará también tarde o temprano mi rico regaliz. Recuerdo a duros golpes, porque mi corazón se protege como siempre y echa la llave en mis recuerdos. Nada de sentimientos, sigamos brincando.
Otro trocito de regaliz, con más ansia que antes, pues mostrar la más ligera inclinación que indique que soy una persona y siento, me estresa profundamente (un gesto inútil). Yo soy fría, o juego a serlo; pero eso sólo lo sé yo que soy la que se compra el regaliz, la que brinca y sonríe y sigue con su día a día porque no se rinde, no se rinde a... lo que sea.
Sólo la fría lo sabe. ¿Por qué lucho? ¿por qué juego a tener ilusión por la vida cuando no hago nada por vivirla...?
Sólo me compro mi regaliz, brinco, sonrío y juego un rato.
Luego dan las 7 y media. Llego a mi encuentro, a donde siempre, me reúno con los cálidos, los siempre entusiastas y luchadores e intento camuflarme entre ellos...
Algo se me pegará, pienso, porque dios quiera que no sea al revés, y se les pegue a ellos lo mío. Algún día agotaré mis recursos, mis siempre inagotables fuentes de energía, mis amigos, y no me quedará más remedio que darme la ostia, tirar el regaliz y tomar las riendas de la historia.
Mientras, sueño con que todo caiga del cielo...
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