Dando un paseillo por el blog de Paulo Coelho (a quien admiro enormemente) me he encontrado con esta increíble, y cierta, reflexión:
"Whenever we need to make a very important decision it is best to trust our instincts, because reason usually tries to remove us from our dream, saying that the time is not yet right. Reason is afraid of defeat, but intuition enjoys life and its challenges."
Viene a significar algo así:
"Cuando necesitemos tomar una decisión muy importante, es mejor que confiemos en nuestros instintos, porque la razón suele intentar alejarnos de nuestro sueño, diciendo que aún no es el momento adecuado. A la razón le asusta perder, pero la intuición disfruta la vida y sus desafíos."
Sin duda creo que esta afirmación tiene un carácter esencial, fundamental y, como todo lo fundamental, suele pasar inadvertido, es fácil de olvidar.
Últimamente no paro de preguntarme acerca de los sueños, las metas. Dícese de todo aquello que nos mueve a luchar, que actúa como motor interno. Esas ideas que le dan el toque de sentido a lo que hacemos.
Soñar es gratis, ése es casi siempre el problema. Aspirar a coger en brazos a un elefante, siendo una diminuta hormiga. ¿Que nada es imposible? Bueno, lo cierto es que siempre he sido muy negativa con respecto a este supuesto. Negativisimo o comodidad. A veces no se me da bien distinguir uno de otro.
Está bien tener sueños, ser ambiciosos, ilusionarnos; pero resulta frustrante cuando no sabes cómo llevarlos a cabo. Me siento como una tremenda mentirosa cada vez que me digo esto, ¿acaso trato de convencerme a mí misma de algo? Quizá lo único que hay que hacer es lanzarse, de lleno, de cabeza, a la piscina. Porque otro principio esencial es el del "nunca sabes de lo que eres capaz hasta que lo intentas"; pues sí, no te digo yo que no. Por eso mismo siempre he resumido el problema de mi vida a la expresión m/e/m, que quiere decir algo así como miedo/excusa/miedo.
Todos los días me propongo sacar la bola de papel arrugado que guardo por algún rincón de mi mente; ese lugar donde un día debieron estar mis sueños, en el que ya apenas asomo la cabeza para no sentirme demasiado tentada a hacerlos. Tampoco es que haya sufrido demasiadas derrotas; creo que siempre he sufrido más intensamente el dolor que deja la intuición de la derrota que la derrota en sí misma. El miedo.
Ya no hago listas de sueños, sino listas de miedos. No sé qué cosas quiero hacer, sino las que no quiero hacer. No me decido a hacer nada, y si lo hago es siempre por descarte.
Instalada en esta desidia y esta ceguera tan inmensa, me prometo a mí misma que mañana seré luchadora, que me intentaré comer el mundo. Pero no se trata de intentarlo, sino de hacerlo. Si yo la teoría siempre me la he sabido bien; pero qué difícil es siempre la práctica... De lejos parece tan difícil que da hasta pereza imaginarla. Y si ni siquiera la imaginas, ¿cómo vas a realizarla? Yo y mi eterno problema: tener que repasarlo todo mentalmente 5.500 veces antes de llevarlo a cabo. Me cuesta darle vía libre a la espontaneidad, aunque lo intento.
De acuerdo, vamos a realizar el sueño, nuestro sueño. La actitud está tomada. Ahora, ¿qué sueño? A veces no sé si es que no se tiene tal sueño o si es que no se está lo suficientemente lúcido aún para visualizarlo.
O quizá sea sólo otra excusa, o miedo.
semillas amarillas, semillas rotas de nuevo.
Hace 6 años
2 comentarios:
Me gusta tu entrada y por cierto, algo de tus preguntas de los sueños derivan de nuestras conversaciones profundas.
Que bonito está tu blog, así da gusto leerlo, jaja.
Yo creo que no se trata de soñar con sueños imposibles,con tirarse a la piscina y soñar...
No se puede pasar de 0 a 100 en un segundo,nosotros no,hay que soñar con el día metas cercanas con las que nos vayamos superando poco a poco,para poder llegar a 100 y llegar a conseguir el sueño..
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