Que no me da la gana pasar media vida buscando esa frase que tal vez ni exista - Extremoduro.

Tirando de la cadena del pensadero...

miércoles, 10 de febrero de 2010 by Chio Eme
No sé si alguna vez habéis tenido la sensación de no pertenecer a ningún sitio, o de tener los pies siempre fuera del tiesto, colgando y balanceándose a su merced. A veces se trata de inhibición, a veces de cansancio y la mayoría de las veces de impotencia y sueños. No sé en qué momento comencé a soñar con otros lugares, con otros mundos y otras sensaciones, pero desde entonces no puedo parar.
Me siento agusto en mi piel, es decir, al menos parte del tiempo. Ni he nacido en un hogar de mierda ni en una ciudad de mierda. Todo lo contrario, soy una enamorada de Granada y siento un tremendo respeto y afecto por mi familia aunque, como todas, tenga sus fantasmas... No me preocupa; procuro limitarme a vivir pensando en el futuro, sí, porque nunca se me ha dado bien vivir el presente, pese a que lo intente con todos mis esfuerzos. No miro atrás, no me gusta volver la vista y desandar lo andado, aunque a veces tus pies cobren vida propia y tracen los caminos que les dé la gana. No suele ser a menudo, por lo que no me preocupa pero, ¿y qué hay del hoy? El hoy es intragable cuando el lugar no parece ser el más adecuado, lo cual no lo convierte en el equivocado, pero tampoco en el más correcto. Se trata de sensaciones, siempre lo he pensado. Cuando algo no te transmite, hasta aquí hemos llegado.
A mí Granada me transmite, me transmite y mucho, aunque para buscar esa sensación tenga que escaparme al Paseo de los tristes cada dos por tres, pero lo hago encantada. Cuesta desprenderse de un lugar tan mágico y a tan sólo veinte minutejos de tu casa. No todo es fiesta, fiesta, fiesta, hasta que amanezca, no. Pero incluso en un lugar tan bonito como éste la monotonía termina por llegarte, pero ésta es llevadera si se da un par de veces al mes. La cosa se hace insostenible cuando se convierte en una rutina diaria, ¿y qué la ocasiona? El colegio sobre todo, el estudiar cada tarde... y segundo de bachillerato, para ser más exactos. ¿Qué quiero hacer con mi vida? No lo sé. Ah, pues deberías ir pensándolo. ¿Pero qué otra cosa supones que he hecho desde que tengo uso de razón? No soporto los discursos sobre "piensa en tu futuro, en las salidas..." maldigo a la primera persona que pronunciara "salidas" refiriéndose a las carreras por primera vez, aunque me imagino que si esta expresión no existiera, seguramanete habría otra por el estilo para darte una ostia cada vez que la escuchas. No puedo pensar en ello, no, ahora no. Demasiado tengo con decidir qué narices quiero estudiar como para pararme a pensar también en lo que de ello de sí de aquí a seis años. Miento, pienso en todo, mi cabeza fue sustituida por una batidora hará ya unos dos o tres años y desde entonces no para de inventar nuevos futuros para mí que se difuminan tan pronto como me pongo a escribir. ¿No podría haber una carrera que ayudara a los aspirantes a escritores? Ya sé que te podrían enseñar bien poco, pues como siempre he pensado eso debe tratarse de un pequeño don, o una cierta magia a la hora de escribir, algo innato. Que lo tienes, bien, que no, hasta otra. Pero no sé si es algo que se pueda ir educando, forzando... supongo que sí puedes cultivarlo, mimarlo, y darle rienda suelta de vez en cuando, cuando te apetezca soltar parrafadas enormes sobre algo que tienes en la cabeza y ya no sabes ni con quién ni cómo hablarlo. Ay.
Más suspiros... Ojalá pudiera hacer un viaje al futuro para ver en qué facultad me matriculo; si seguiré en mi ciudad de mis amores o tendré la posibilidad de embarcarme a un nuevo lugar como tanto ansío también.

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