A veces sobreviene esa sensación de quedársenos la vida grande. Enorme. Como una camiseta que, cuando eres enano, le quitas a tus hermanos mayores y usas de camisón, porque de otro modo perdería encanto y sentido.
Así me siento la vida a veces, mi aire, mi lugar, mi parcela de existencia; como algo que cada x tiempo me encuentro probándome, esperando que por fin me quede bien, que por fin sea mi talla.
Pero cada vez que vuelvo a probármela, a la vida, ésta me deja siempre la misma sensación amarga. La misma sensación de que siempre será una camiseta con la que juegue a ser adulta, pero que no pueda más que usarla para dormir con ella, para ayudarme a soñar. Y no hay nada de malo en soñar; es más, creo que es lo único que tiene de bueno este inmenso camisón. La vida parece propicia a los sueños. Parece invitarnos a llenar su hueco, espacio, lo grande que nos queda, a base de sueños, de fantasías, de irrealidades. Llénemos el camisón de irrealidad, para que dormir cueste menos trabajo. Para soñar bonito.
Siempre habrá a dónde recurrir. Siempre, hasta cuando tanto espacio sin rellenar nos quede grande y de grande nos asfixie, siempre hemos de recordar que hay lugares que no nos hacen sentir tan pequeños. Que hay camisetas que sí nos quedan bien, y las hay hasta cómodas.
Cuando la ansiedad aprieta, y parece dispuesta a hacerlo con cierta frecuencia, siempre sé que tengo a dónde volver. A dónde recurrir para refugiarme. Me cuesta un rato; dejo que el pánico y el miedo me devoren centrímetro a centrímetro durante cinco segundos. Como una vez vi, sólo cinco. No podemos permitirnos más.
Vuelvo a donde la seguridad y la paz vuelven, a donde mis sueños duermen, pero no los quiero despertar. Por no molestarlos, por verlos descansar plácidamente. Vuelvo a respirar, la ansiedad remite.
Ojalá todos tuviéramos a donde recurrir. Ojalá exista, para cada alma a la que la vida atormenta, un refugio y escudo, algún tipo de protección. Hoy sólo quisiera saber rezar con tal de pedir eso. Hoy es mi único sueño, que la vida no nos pueda tanto.
semillas amarillas, semillas rotas de nuevo.
Hace 6 años
1 comentarios:
He leído esta entrada muchísimas veces, pero hoy además es que he venido a ella necesitándola. Gracias, Chío. Que la vida no nos pueda tanto, que no mate nuestra humanidad, nuestras ganas de soñar. Hablaremos sobre lo de los cinco segundos, a ver si me iluminas un poco =]
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